Buenas tardes, es un
honor para mí haber sido invitado por la maestra Rosario Cambray, Directora del
Centro Cultural Taxco-Casa Borda, para
comentar el nuevo libro de Kyra Galván, Corazón
de plata, en la 16a. Feria del Libro de Taxco de Alarcón,
Guerrero. Evento, impulsado con ahínco por la maestra Rosario, que cada año
representa un importante espacio para favorecer la formación artística y la
difusión de nuevos aportes a la literatura, de autores que aquí se congregan
para dar a conocer sus creaciones.
Taxco, hogar por
decisión y cariño de tantos y tantos artistas que bajo esta luna de plata,
encontramos la atmósfera idónea para regalar nuestras creaciones al mundo.
Pueblito hermoso que nos vives en el alma, con la blancura de leche, de plata
que inunda los torrentes sanguíneos que transportan la memoria sensible de tus
olores, de tu bullicio, de tus sabores e identidad, de tu grandeza. Hermosa
ciudad colonial.
No hay viaje más
insondable y misterioso que el que se emprende hacia el interior de uno mismo.
Hacia el pasado. Hacia la habitación de espejos en que nos advertimos a veces
rotos, vacíos, solos. Solos. Como quien estando en compañía del aparente amor,
emprende un viaje hacia donde todo comenzó.
No hay travesía con
más sinuosidades, que aquella que traza un mapa desde el hueco que nos corroe por dentro, con origen incierto en algún
instante de vida, en que la vida se oxidó.
A veces la calidad
del metal del que estamos hechos nos traiciona, y no resistimos ni los sucesos
que nos quiebran, ni la inclemencia de tiempos oscuros.
Como noche sin luna
plateada, y sin estrellas.
Corazón de plata es el viaje de Vivian, mujer valiente, hacia su Caja de Pandora. Un viaje del que nadie
resulta ileso. Ni la mujer de padre de rostro borroso, ni el icónico William, Guillermo
Spratling, nombrado así por Diego Rivera, ni algún secreto de Estado, ni la
autora, estoy seguro. Ni el lector. Ningún lector.
La nueva novela de
Kyra Galván se entreteje con una evidente documentación histórica y una vasta
documentación –permítaseme así decirlo–, sensorial, que lo mismo nos lleva a
una escena de cruento asesinato, que nos transporta al mercado, a las
empedradas calles en que Vivian bromea con Everardo, su primer amor, que al Rancho Spratling, o a la calle Delicias, hacia aquella hermosa casa
taller en que se gestó un sueño. Hasta los otros entornos en la memoria en que
junto a los protagonistas se pregunta uno, ¿quién soy? y, ¿qué podré legarle a
este pueblo?, aunado a mi trabajo como artista. Nunca tan grande como el
gigante que fue él, Spratling, hombre de mirada llena de inventiva y de
belleza, cuya huella persiste en nuestro Taxco, rinconcito bello, el secreto
mejor guardado de México.
Corazón de plata está escrita en el más pulcro estilo de la novela
policiaca, pero con matices intimistas que vuelven suigéneris la trama. Debo
decir, la leí en todas partes porque Kyra, con su maestría, no me dejó despegar
la vista desde la primera página.
Quise abrazar contra
mi pecho, a Vivian en su desazón. Regalar mis ojos tristes a Everardo,
enamorado sin luz, aunque hay cegueras que iluminan más que una visión opacada
por el luto y el desencanto.
Admiro doblemente al
personaje de Spratling porque comprendo su soledad y su infortunio. Por
reconocerme en el valor de su disidencia sin tiempo, sin edad, sin clase social
y sin parangón. Todavía hoy persisten aquellos estigmas enfrentados dignamente
por él, hacia la diversidad sexual. Ojalá consigamos desnudar la dura hipocresía,
y nos permitamos la libertad, que sólo puede florecer donde el otro no nos es
más, ajeno.
Destello de
inteligencia y sensibilidad, Kyra, es esta joya que nos regalas.
Tu Corazón de plata brilla, regocija, evoca,
trastoca, admira, es fulgurante. Despierta las voces del ayer, ya nunca más silenciadas.
Que a cada lector,
también, nos reconforte ahí donde nos duele. Que podamos hurgar debajo de la
alfombra en que nos aguardan los secretos escondidos, y adonde están los
traslúcidos, pero que no se quieren ver. Que no se pudran como gorgojos del
alma.
Quienes amamos a
Taxco tenemos también el Corazón de plata,
Kyra, que ahora ya no es tan solo tuyo. Que late por sí mismo. Nos has revivido
la memoria de la piel, de los sabores, el disfrute musical y la mirada. Que las
notas vivas que nos regalas, musicalicen también allá, adonde Taxco viaje, a
través de tus palabras.
Hermes Castañeda Caudana.